martes, 25 de junio de 2013

Desde Rusia con talento....Modest Músorgski

Pequeños grandes estractos.

La historia de la composición de la Ópera “Boris Godunov” de Modest Mussorgsky es peculiar. Cambios en la partitura, enmiendas, alteración en el orden de las escenas y reescritura de las mismas por diversos músicos hacen que sea un Opus complejo del cual se presentan sólo dos versiones: la de 1876 y una versión reescrita por Nicolai Rimsky-Korsakov estrenada en 1874, esta última siendo calificada por Stravinsky como una “Meyerbeerización” [sic] de la partitura original.

El viernes 21 de Junio, la Orquesta Sinfónica Nacional al mando del Maestro Carlos Miguel Prieto, interpretó selecciones de la versión de Rimsky-Korsakov de “Boris Godunov”. He de hacer notar que en los programas de la Sinfónica Nacional que están disponibles al inicio de la temporada no se mencionó que se trataría únicamente de fragmentos. ¿Publicidad engañosa? No creo. Esta obra, por desgracia, no goza de la popularidad de otras piezas rusas. Aunado a que se cantó en versión de concierto y que hace todavía más difícil de digerir la maravillosa –y densa- música de Mussorgsky/Rimsky-Korsakov.

El prólogo fue interpretado en su totalidad. El barítono mexicano Octavio Pérez se encargó de dar voz a 3 papeles diferentes (oficial de policía, Mityukha y el Boyardo Andrei Shchelkalov), haciéndolo de manera notoria aunque en ocasiones fue “tapado” por la gigantesca orquesta. En el mismo curso de acción, el tenor John Daniecki intervino como el Príncipe Shuyski. Es imposible para un tenor el “competir” contra 4 trompetas tocando una fanfarria a todo volúmen, así que de las 6 palabras que dice este personaje en el prólogo, sólo se le escuchó la última de forma clara. El primer bocado grande de la noche aconteció inmediatamente: la escena de la coronación de Boris, papel interpretado magistralmente desde la primera nota por el soberbio bajo ruso Nikita Storojev. ¡Qué voz! ¡Qué potencia! Se le escuchó de forma clara y potente desde su primera nota y hasta la última. El señor Storojev salió de verdad inspirado ya que, a pesar de ser una versión en concierto, se metió en su papel y en ocasiones actuaba. He de agregar que todos los demás cantantes usaron partitura y él no.

La pequeñísima escena que nos regalaron del Primer Acto se limitó a la canción de la posadera, papel interpretado por Paola Danae Gutíerrez y a otra brevísima participación de Octavio Pérez como Varlaam. Enseguida regresó Storojev para cautivarnos con el monólogo de Boris del Segundo Acto, que fue rematado por el dueto entre el mismo Boris y el Príncipe Shuyski otra vez en voz de John Daniecki. En esta ocasión sí pude apreciar de forma contundente la voz de Daniecki que, a pesar de ser un tenor con cierto nombre, tuvo por momentos dificultades en los agudos. Es una voz pequeña y algo metálica ideal para cantar este papel. Durante el dueto hubo la participación del niño Iván Castillo Álvarez como el Zarevich Fyodo y es menuda prueba para una “voz blanca” el enfrentarse a una agrupación sinfónica y a un par de voces entrenadas por años.

Después de un brevísimo intermedio (más breve de lo que se acostumbra en la Ópera) siguieron tres fragmentos del Tercer acto, el llamado “Acto Polaco” por desarrollarse en ese país eslavo. Una notoria participación del coro femenino seguido del aria de la Princesa Marina Mníshek, papel encargado a la mezzosoprano Margaret Lattimore. Pocas ocasiones he escuchado en directo una voz femenina tan clara y potente, con mucha proyección y que en ocasiones se distinguía perfectamente por sobre el coro. Enseguida el concierto continuó con la presentación en su totalidad de la segunda escena del Acto Tercero que consiste en un dueto entre Dmitri y Marina e insisto: la voz del tenor es muy pequeña para enfrentarse a una orquesta tan grande. Salió avante a duras penas, le costaba poner la voz más allá de la orquesta asunto contrastante con la voz de Lattimore que era perfectamente audible por encima de la música.

Para cerrar la noche, se interpretó la escena coral del bosque de Kromny (escena que en la versión original cierra la Ópera). El coro En Harmonia Vocalis estuvo en todo momento a la altura de la dificilísima partitura de Mussorgsky. Como es obvio, al ser una Ópera en ruso, el coro aprendió de manera fonética la pronunciación y no era del todo buena. Asunto que fue subsanado con creces por la interpretación. Para cerrar, regresó al escenario el señor Storojev a cantar ¡y a actuar! la escena de la muerte de Boris de una forma magistral, con una fuerza tremenda en todos sus registros. Chapeau para él!

La orquesta tuvo una de sus mejores noches, dirigida con una fuerza tremenda por el Maestro Prieto. Enorme, de verdad. Ojalá la Orquesta Sinfónica Nacional nos regale más noches como esta.

Mauricio Laguardia 
Locomotora Co.

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