La historia del arte nos ha regalado en las distintas
épocas de la vida, valores y personalidades que se salen de las normas y de lo
convencional, esos individuos que miran de una manera muy particular la vida y
que además tienen la sensibilidad suficiente para regalarnos un poquito de esa
percepción. Laurie Lipton es para mi una de ellos.
No solamente es una tremenda ejecutante de el arte
pictórico, además es una Cuentacuentos y una detallista de la vida. Necio sería
el hecho de que les contara que es nativa de Nueva York, egresada de una
universidad de artes en Pensilvania
y que gran parte de su vida la ha mirado siendo una habitante del mundo,
peculiarmente de Europa. Tampoco voy a hablarles de sus obsesiones creativas
con los maestros holandeses o con los artístas del final del siglo XVIII o
principios del siglo XIX. Lo importante es su obra y lo que está hace sentir.
Escalofriante, brutal, sanguinaria, profunda, cruda, insana,
dolorosa, expresiva, capaz, de contrastes, tremendamente bella y muy
inteligente sería una manera de poder describir las piezas de Lipton. De
imaginación volátil consigue llevarnos en un viaje, que de primer instancia no
pareceríamos disfrutar, puro después de un tiempo para razonar y descifrar el
contenido, nos encontraríamos con una de las formas de sublimidad más agradable
en la vida.
Paciencia, mente abierta y algunos conocimientos requiere la
obra de esta mujer para ser entendida, pero el impacto de lo visual afecta a
jóvenes, adultos y ancianos por igual. De nostálgico, perturbador y potente
lápiz Lipton ha conseguido encontrar su propio camino y estilo haciendo que
añoremos a los pintores y artistas gráficos de hace años, de exquisitos
contenidos y mirando a la muerte, el sufrimiento y el dolor cómo movil
conductor de su obra, Laurie Lipton pinta para la vivos los retratos más fieles
y extremos de la muerte.
Mucha hambre, lápiz o bien carboncillo y papel son lo que
esta mujer necesitó para concebir aquello que quiere mostrar. Vía la pasión, el
dolor y cierto dejo de ternura, cada pieza se vuelve una declaración en contra
de los tapujos de las sociedades, las religiones e ideologías, si de protesta,
pero sin caer en lo ridículo y exagerado, ve su arte cómo la forma de intentar
hacer el cambio. En palabras de Lipton, “Lo único que yo hago es dibujar, y sí,
dibujo mucho.”
Hay mucho talento en el mundo y artistas cómo Laurie Lipton
deberían ser reconocidas y gozadas por las masas. Hoy, no hablamos de
exclusividad, pero si somos grupos reducidos los que conocemos a profundidad la
obra de esta brillante ejecutante y no nos queda más que presumir de aquello a
lo que nosotros ya le encontramos un enorme gusto.
Gracias infinitas a los que leen estás líneas, gracias
lambíen a los nuevos pasajeros de Locomotora Co. sean bienvenidos y gracias
especiales a Ingrid Pagaza integrante del departamento de Editorial de esta
empresa por hacerme conocer a esta tremenda y algo extraña mujer que pretende,
así como Locomotora Co, enseñarle al mundo otra forma de ver su realidad.
http://www.laurielipton.com/
¡Hasta pronto!
Rodrigo Medrano Ampudia
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